Tras el éxito de los dos primeros locales de The Egg Lab, se desarrollo un nuevo concepto que fusionaba la estética retrofuturista con una oferta gastronómica innovadora. Esta propuesta se materializó en un espacio exclusivo que transportaba a los comensales a una época donde el pasado imaginaba el futuro. La campaña de apertura se centró en ofrecer una experiencia integral, donde el diseño del ambiente, la conceptualización y la gastronomía se combinaron para crear vivencias únicas y memorables.